Todo lo entrego en sueños
mi querida amada sosegada
tal vida aguardo con empeño
que vivo para morir con ceño
vivaz fuerza vida descansada.
Cupido hirió me en mi corazón
con las flechas enarboladas.
Y tal vigor quedaron prendidas
que la sangre ardía a borbollones,
brotando al vacío yermo de pasión.
El cuerpo desarbolado subsistió
prendido de amor, amor, ese amor
que es la más querida quimera;
mi voluntad soportar el chaparrón
cobrando vida en el nimbo del amor.
Amada, amada mía
Después de morir de amor
¡Que duros estos silencios!
Mi corazón entero te aguardo.