Inspiración que vienes y vas,/ amiga que me acompaña casi desde que nací,/ siempre tengo una frase para los demás/ y ya ves... hoy no tengo una para mí.
Vivo la triste ironía/ de un amor que sin querer nació,/ el mismo amor que luego moría/ y nunca supo por qué murió.
Duele saber que te perdí/ en todos los sentidos,/ cuando tu corazón latía por mí/ y no entendí sus latidos.
Contigo sueño despierto/ y tú ni tu sueño me contaste,/ duele saber que es cierto/ que hasta en sueños me olvidaste.
El amor es un sentir especial,/ canción cuya letra nadie censura ni corrige/ y es música celestial/ cuando la orquesta es Dios quien la dirige.
Pude comprobar amada amante,/ en nuestros últimos encuentros,/ que aún brilla radiante/ un sol en tus adentros.
Si me juzgan por tener un vicio,/ por no controlar mis ansias de hombre,/ culpable serás pues en el juicio/ sólo diré tu nombre.
En mi vida hay episodios tristes o bellos,/ cielo e infierno se parecen tanto hoy,/ que al morir y estar en uno de ellos,/ quizá ni sepa dónde estoy.
Ahora que de la historia que escribimos/ ya la página final pasamos,/ creo que el capítulo en que mentimos/ fue cuando nos amamos.
Al morir los amores son eternos/ y eso lo llevamos por dentro,/ pero si no existen cielos ni infiernos/ ¿cuál será nuestro punto de encuentro?
Al no ser la paz su anhelo/ la humanidad entre guerras falla,/ su clamor no llega al cielo/ y el hombre en la cruz… calla.
Al no verte en mis recuerdos a veces/ me preocupo, no te lo niego./ Pues no sé si desapareces/ o me estoy volviendo ciego.
Arde mi mente de tanto pensar en ti/ y mi alma de tanto soñarte,/ arden mis labios por los besos que te di,/ pero más por los que estoy por darte.
A una tercera persona, aquí o en el llano,/ nuestro idioma la define así:/ traidor si te mete mano,/ boxeador si me la mete a mí.
Aún no me pongo de acuerdo/ para saber si lo que he vivido,/ merece un poema al recuerdo/ o sólo un canto al olvido.
Bendita mi madurez si la adorna tu juventud/ y mi alma que por ti clama./ Benditos mis sueños si en ellos estás tú./ Bendito mi corazón que te ama.
Besar sin pasión -en serio-/ mata la emoción de un acto divino./ Es como leer una novela de misterio/ sabiendo ya quién es el asesino.
Cada día que pasa siento,/ con tantas horas para dormir que he tenido,/ que verte sería un mal momento/ para quedarme dormido.
Condenado por la culpa de amarte/ me encuentro confeso y convicto./ Si un día llego a olvidarte/ ¿cuál será tu veredicto?
Contigo de tanto leer y leer,/ la sabiduría a veces se me nota./ Pero entre ser y no ser,/ sin ti me siento un idiota.
Con una pasión loca/ deseándote he pecado a diario./ Busco para mi pecado el perdón en tu boca/ y no en un confesionario.
Creo en extremos inviernos/ cuando el frío es tu ausencia en mí/ y creo en castigos eternos,/ si el castigo es estar sin ti.
Cuando en tu alma logro escribir/ obras de un sentir extraordinario,/ merezco siempre recibir/ aplausos en el escenario.
Cuando hay mucho dolor/ al final de una historia,/ es cuando en el amor/ es mejor no tener memoria.
En botánica he tenido el gusto/ contigo de sentirme un rey,/ esperabas que fuera un simple arbusto/ y ya ves… resulté un Araguaney.
En términos de fútbol, mi amada/ y sin efectos del alcohol,/ juro que quise conquistarte por goleada/ y te perdí por autogol.
Entre la cordura y la locura/ me pierdo cada vez que te invoco,/ no quisiste amar al cuerdo/ ni supiste amar al loco.
Entre toro y torero debo decir,/ que ante tanto salvajismo,/ decimos que el torero quiere sobrevivir/ y olvidamos que el toro... quiere lo mismo.
En un arranque de dolor/ un día me mandaste al diablo./ Ahora estoy hablándote de amor/ y no sabes de qué hablo.
En verdad debo decir/ que mi sensibilidad llega a ser terca,/ pues siento y vuelvo a sentir/ cada vez que tú estás cerca.