Bajo la piel.
Llevo una vestimenta color carne
que no me cubre ni la mas remota herida
abro todos mis poros
cada ínfimo espacio en el que puedas caber.
Aún no quiero vestirme apropiadamente
si ello resulte en ocultar mis demonios internos,
- porque así no lidies con ellos -
y yo tenga la manía atroz de sentenciarme
a vivir huyendo de mi existencia.
escúchame, hace tiempo que el frío dejó de molestarme
hace tiempo que el sol dejó de quemarme,
ya han pasado veranos silenciosos, y tormentas torrenciales
y no han sacudido mi alma indomable.
y quien lo diría?
sabiendo que aún estoy conociéndome
lidiando con fantasmas que no me dejan en paz
lidiando con la vida de una libertad en cadenas.
mi vestimenta no se desmorona
pero cuantos moratones tiene ahora,
cuantas cicatrices sembraron en ella
y ahora son un jardín, regado por la vida.
llenas de suciedad,
amalgamadas de microbios de la vida
que carcomen mis sentidos
germinando en mi alma debilitada.
He prometido a mi propia alma
no agotar nada de energía en mí,
he jurado que no dejaría de vivir
sin un motivo aparente.
o reformularé lo antes dicho
diciendo que prometí no llorar,
porque un hombre no llora
- ni tocando fondo, ni en los momentos buenos
y menos en los malos, donde ya he pisado terreno miles de veces.
y quien lo diría?
que esta noche sacudiría mi alma agitada
- por un motivo mas que evidente -
escribiendo estos versos de poeta enamorado
para una mujer a la que juré abrir cada parte de mi.
y ahora,
como una bandera blanca de paz,
agito mi vestimenta carne frente a ti
- dejando al descubierto mis huecos -
con la esperanza de que puedas ver bajo mi piel.
Félix Martínez.