Pampa Dormida-Luis

EL TREN

Avanza en la noche como un explorador de soledades, despertando el caserío manso y blanquecino que descansa a la luz de la luna, en los brazos del manso valle.

Transportando anónimos pasajeros que, dormitando, son portadores de sueños lejanos a fin de viaje, dando inicio a ellos o al eterno olvido en alguna lejana estación.

Alma de carbón incandescente, bronce y hierro hereje, que duermes tal vez por una noche triste un sueño sin perfume, sin nieves, sin raíces, sin la extensión de pampa desértica que te esperan bajo el abrasador sol, o en la lluvia torrencial. Duermes tal vez inmóvil sobre un abrazo de rieles infinitos entre anónimos vagones.

Y despiertas.

Y vuelves a bufar tu enojo de fuego y vapor, y avanzas lentamente hacia el desierto verde, hacia el desierto de arena, hacia el desierto del hombre. Hacia los pueblos esperanzados, olvidados de todo.

Corre, oruga de hierro, entre un hilo de vapor sedoso blanquecino que se disuelve en la brisa. Corre, que hombres de rostros serios y oscuras ropas y silencios misteriosos esperan el arribo a alguna parte.

Corre que mi ansiedad espera en el andén de mi olvidado pueblo.

Corre hacia mi, pero por favor detente al llegar. Porque no hay peor historia de muerte y olvido que aquella en donde ni siquiera se detiene el tren.

LHS