marioneta

UNA SIMPLE CANCIÓN

 

Escuché una canción 

tan extraña,

habla de ti, de mí, 

de nosotros

un jazz muy viejo.

Caminando por Rue de Rivolie

escuché esa música,

era tan apagada 

como una estrella triste,

entonces recordé 

nuestro final. . .

Recordé un adolorido verano.

Tal vez esa melodía somos

tú y yo, sin querer.

Son como trozos 

de película que pasan 

por mi mente

mientras la escucho

y la trompeta con llanto vibra,

hace desvanecer 

la lluvia que cae sobre la ciudad.

Me gusta pensarte cuando camino rumbo a la nada

y esa canción trae de vuelta, 

tus ojos café.

Observo la gente 

y me veo a mi misma, 

una marea humana de blancos, negros, vivos, libres 

y la canción que grita, 

tu nombre cual obsesión.

Una melodía que exilia 

mi pena de no hablarte,

es nostálgica y a la vez 

mansa, como el olvido,

quizá termine en un bar escuchándola,

quien puede vivir 

solo para rememorar.

Estoy sola, aunque 

mi sombra me aburre.

Una copa me hará 

retornar al vacío,

al menos dejaré 

de pensarte un instante, 

no estoy muy segura 

de lograrlo.

Esa melodía, 

está invadiendo mis sentidos

como un día lo hiciste tú, 

quedé cansada

en ese entonces y hoy, 

mucho más.

Pensarás que nunca 

te amé, es posible,

estoy insatisfecha, 

hasta de la luz que encuentro,

iniciaré un viaje

al mismo lugar 

donde el viento no retorna.

Cuanto seguirá, incitando esa melodía para que te traiga sigilosamente a mi mente,

como una maldición, que no cesa.

Pienso en ti, en la que fue nuestra habitación, 

nuestra luna y un sinfín 

de besos y caricias 

que se vencieron

por tanto uso indiscriminado, profundo, excitante.

Iré a dormir, al amanecer 

de seguro estarás de vuelta

y el deseo de que seas 

una simple canción, 

habrá sido una jugarreta 

de mis ideas no cuerdas.

Ya sé, igual no eres para mí. 

 

Yaneth Hernández

Venezuela

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