Humea mi almohada cuando sus pechos
se desnudan
florecientes,
como dos montañas que se yerguen
para alcanzar la luz transparente
de la aurora;
La vida brota cuando se liberan sus senos,
y los buitres del alba se escurren sin rubor
por su carne desnuda
y los ojos se me quedan colgando
como pájaros aturdidos;
¡Todo allí es exacto!
La humedad, el aire, el lienzo donde se forma
el color, la fronda virgen
con su estanque de líquidas frutas,
la abreviación del tiempo
y toda la miel lujuriosa desesperando a la muerte.
¡Ay dolor que se me olvida!
¡Humea de blanco mi almohada
y siempre creo en Dios cuando voy a su cuerpo
a fecundar mis sueños!