Hugo Emilio Ocanto

Desnudos - - Romance - - Autor: Freddy Kalvo - - Interpreta: Hugo Emilio Ocanto -

Los sigo viendo desnudos,

desnudos, los sigo viendo.

Los sigo viendo muy tristes

con la mirada en el cielo.

Y el pájaro vuela y vuela…

—¡Así como vuela el tiempo!

Y sigo viendo desnudos,

a los pobres y harapientos.

 

Las balas que ayer sonaron

mataron muchos ancestros;

sus almas, las desgarraron,

aquellos perros hambrientos

con odio y muchos rencores

—¡Pero tenían sus miedos!

Las flores primaverales

también cayeron al suelo;

algunas, las sepultaron

y muchas más, se perdieron.

Nunca más se supo nada

solo angustia en largo duelo

de familias que lloraron

que desnudas, sigo viendo.

 

«Luchamos por la justicia...»

—¡Consigna fue en su momento!

Los sigo viendo desnudos,

desnudos, los sigo viendo.

—¿Acaso la lucha es nada

y solo deja sus muertos?

La tierra que fue abonada

con sangre: —¿Cayó en barbechos?

—¿Por qué no nacen las flores,

ni dan frutos los ciruelos?

 

Los sigo viendo desnudos

y viviendo en un desierto

soportando la inclemencia

de la sed que hay en sus cuerpos;

de la piel que requemada

nunca tiene los ungüentos

que le alivien las heridas

que les va dejando el tiempo

que transita inexorable

y golpea como el fierro.

 

—¡Y hasta cuándo la injusticia

les dará de su veneno!

Los sigo viendo desnudos

desnudos, los sigo viendo,

con la mirada perdida

mirando los adefesios

que circundan por las calles

y del hambre, siguen presos.

 

Pienso: —¿Hasta cuándo, hasta cuándo,

tendrán paz en pobre lecho,

si la injusticia pervive,

como el gusano en el cieno?

Los sigo viendo desnudos,

desnudos, los sigo viendo

con la carita tostada

curtida de tantos sueños.

—¿Acaso ellos no se cumplen,

porque se los lleva el viento?

 

—¡Y cuánto niño andrajoso

pidiendo limosna en templos,

descalzos y mal olientes,

o soportando aguaceros!

 

Los sigo viendo desnudos,

desnudos, los sigo viendo,

en las paradas de buses,

en los barrios y terreros;

en ciudades, o campiñas,

en veranos, o en inviernos.

Donde guardan sus cabezas,

en los muchos recovecos;

en portales, callejones,

donde duermen en silencio

esperando el nuevo día

con ojitos lastimeros

y barrigas musicales,

por la falta de alimentos

que les nutran sus sonrisas

y alimenten sus anhelos.

 

La justicia sigue ausente

eso es lo que a diario veo,

si presente está el farsante

que lo envuelve con sus credos;

esos credos engañosos

que son viejos, no son nuevos…

—¡¿Pero cuántos y hasta cuándo,

eso mismo entenderemos,

si le aplauden al verdugo

y se muestran muy contentos?!

 

Los sigo viendo desnudos,

desnudos, los sigo viendo.

Y si el pobre sigue pobre...

—¡Pobre de conocimiento!

Pobre, pobre seguirá

y pobreza irá sufriendo.

 

Y el verdugo adinerado

amasando más dinero

vivirá días felices,

vivirá con su sosiego,

porque no le importa el pobre

aunque su discurso es necio

en favor del marginado,

del obrero y jornalero

que sigo viendo desnudos…

¡Desnudos, los sigo viendo!

 

¿Quiénes han de refutar

lo que expresan hoy mis versos,

si la historia da razón

a mi triste desaliento?

Siempre los veo desnudos

a medida pasa el tiempo

¡Qué será de los humanos,

que desnudos sigo viendo!