Me crié en una Escuela francesa, la Inmaculada Concepción del barrio de Montserrat de Buenos Aires.
Patios encerados, uniformes estrictos, vinchas, boinas, escudos franceses, patios con grutas, capilla con coronas de oro, pupitres lustrosos y resplandecientes, lecciones de modales en la mesa, cómo manejar cuchillos de pescado, donde depositar la servilleta, posición rígida, la espalda nunca torcida, hombros atrás, lecciones de francés, inglés, y bordado y labores.
Mi hermana y yo éramos becadas, dado que mi madre y mis tías eran Profesoras de ese Instituto.
Una vez recibida de Bachiller, comencé mis estudios como Profesora para la Enseñanza Primaria en el Instituto María Auxiliadora, de la obra Don Bosco. Allí me recibí y respiré aires de libertad… Esas monjas de la Obra de Don Bosco, sí disfrutan la vida, se ponen una malla y van a tomar sol a una piscina, por ejemplo.
Ok, me recibí. Y con tan buenas calificaciones que me ofrecieron hacer la residencia trabajando. Es decir que tengo más antigüedad de docente que de título.
Trabajé cuatro ó cinco años en Escuelas Privadas, dotadas de los mejores lujos.
Hasta que un día decidí hacer carrera en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, dado que en las Escuelas Privadas sólo monjas, sacerdotes o representantes legales, pueden ser directivos.
Mi primer día como maestra a los 22 años en una Escuela Pública (durante la Dictadura) fue entrar en shock: el pizarrón estaba en el piso y no había vidrios en las ventanas, en Invierno. No podía entender cómo se tenía que dar clase con niños vestidos con campera y guantes, y yo también tiritando de frío. No podían amurar el pizarrón a la pared porque se desmoronaba…ni siquiera un radiador que oficiara de estufa.
Estudié muchísimo e hice carrera; gané por concurso limpio y con excelentes calificaciones cargo tras cargo y a los 32 años fui titularizada como Vicedirectora.
Elegí una escuela cercana a mi hogar de entonces, a unas 6 ó 7 cuadras de mi casa, para poder ir caminando.
Esa fue la Escuela Nº 22 del Distrito Escolar 18.de CABA.
Una Escuela singular, insólita, casi cómica y a la vez dramática para mi mente estructurada y rígida de esa época y por mi experiencia en las Escuelas Privadas, en donde no falta nada y están llenas de ceremonias, cocardas y oropeles.
La Escuela por mí elegida es aledaña a la Iglesia San Cayetano.
Pero en principio no me sentía cómoda: pasaban ante mis ojos jóvenes y sin experiencia, cosas insólitas.
Quiniela, Loto, venta de objetos para la suerte, quiromancia…. Todo eso se mimetizaba con la Escuela.
Yo venía muy “cocorita”, llena de intelectualismos, llena de sofisticados proyectos pedagógicos y ganas de actualizar la Escuela.
Asombrada presenciaba como los viernes por la tarde se limpiaba toda la Escuela con infusiones de ruda-macho para alejar a los espíritus malignos.
La Directoras de ese momento se llamaba Alicia, complementaba y apoyaba estas tradiciones e idiosincrasia de la Escuela.
No era extraño pasar por los patios y hallar vendedores ambulantes de medias y ropa interior.(¿?)
Todo para mí era extraño, desconocido, me rebelaba y me enojaba conmigo misma.
- A dónde diablos me metí? Me preguntaba a diario.
- Cómo podía funcionar una escuela así?
Pasaron unos meses y sin embargo, poco a poco, empecé comprenderlos.
La población escolar era paupérrima y se refugiaba en lo que podía: creencias, maleficios, cuernos rojos contra la envidia.
El día 7 de agosto, es el día de San Cayetano en mi país, Santo Proveedor de Pan y Trabajo.
Dos ó tres meses antes de ese día, las calles se llenan de carpitas frágiles y asentamientos de gente pobre, muy pobre.
Los noticieros hablan de la dificultad de tránsito que acarrea esa situación.
Es gente misérrima económicamente que deposita sus anhelos o su agradecimiento en el Santo.
Imperturbables y enfrentando cualquier emergencia climática, siguen firmes en sus pequeñas carpas o refugios en pleno invierno y en la calle.
También recuerdo los hombres ahogados en vino que se acomodaban a dormir borrachos en los patios de la Escuela… yo no me atrevía a despertarlos, eran hombres de la calle, linyeras embebidos en vino.
Entonces llamaba a la Policía de una seccional cercana, que,
OH! Sorpresa! los despertaba dulcemente, llamándolos por sus nombres, Juan, Augusto, lo que fuere: despertate.
Cuando se despertaban un poquito los llevábamos a la dirección de la Escuela y les dábamos alfajores y café fuerte y caliente y muchas palabras de afecto, sonreían y se retiraban tambaleando, pero contentos y satisfechos de haber apagado en algo el hambre que sentían y de haber recibido palabras lindas, que sanan los horrores desconocidos que seguramente han vivido.
El busto del Prócer argentino Don José de San Martín, instalado en el patio anterior de la Escuela siempre estaba lleno de flores frescas y velas, velones y cirios encendidos…
Yo me preguntaba por qué? Si la fecha de su muerte es el 17 de agosto?…
Por qué?
Porque la gente lo confundía con un Santo, con el mismísimo San Cayetano…
Y? Sí! si es su apellido SAN Martín… se confundían.
El Presidente de la Cooperadora Escolar, el Sr. Baima llamaba a sus siete hijos los “Schoklender”, parricidas conocidos que habían matado a puñaladas a sus padres, por esa época (1993)
Baima era un hombre mayor que a pesar de estar jubilado seguía trabajando y trabajando 12 hs por día, haciendo changas (trabajos temporarios) para mantener a su familia…. Y SEGUÍA TENIENDO HIJOS!!!!!
Tenía hijos desde 28 años hasta uno en jardincito de 3 años…
Cómo se entiende? Yo NO entendía, ni entiendo…
Venía por la tarde a la Escuela y nos pedía alguna cajita de alfajores para alimentar a sus hijos y también pan y leche si sobraba…
¡Cómo nos hacía reír con sus bromas y salidas inesperadas!
¡Qué excelente humor tenía!
Al Secretario de la Cooperadora, Baima decía que el apellido a ese señor se lo habían puesto después de conocerlo.
El secretario se llamaba Sr. Cuadrado… y tal cual!!! jajajajajaja Era cuadrado….no entendía nada! Sólo despelotes!
Baima era fabuloso, te hacía morir de risa!
(Ya me enteré que ha muerto).
Alberto, auxiliar de portería, un hombre entrañable, trabajaba también como enfermero en un neuropsiquiátrico.
Más de una vez contuvo a algún padre desesperado. Una vez recibió de ellos una mordida (si! le hincaron una mandíbula de dientes afilados en sus brazos y manos).
Lo hicimos recurrir a una farmacia de enfrente y aplicarse la vacuna antitetánica… pero qué pasó? … en una escuela pública de mi país un directivo debe ser algo así como un mago: financista, saber de economía, arquitectura, pedagogía, leyes, conocimientos de abogacía… ufffffff!!!
Y había que rendir en las cuentas de los subsidios la aplicación de la inyección de Alberto… qué pusimos entre mil carcajadas en la boleta del precio de la antitetánica? Sólo la palabra “MORDIDA” JAJAJAJJAJA… Igual pasó… algún hado mágico la pasó por alto….
En cuanto veíamos a Alberto, por bastante tiempo le preguntábamos ente carcajadas: -A quién mordiste, Alber?
Y él se reía con nosotros, qué gran persona Alberto!
Alber, me enseñó mucho, muchísimo, me hablaba y contaba de los pesares de la gente humilde y yo lo escuchaba con los ojos abiertos como platos y aprendía de él muchísimo!
Una vez mi hijito Pablo se descompuso en su escuela y Alberto me subió de inmediato en su bicicleta y me acompañó a ver a mi hijo, sólo un susto, pero qué excelente persona Alberto! Inolvidable!
Un día me dijo suavemente y con todo respeto:
- Patri, sabés? con tu permiso, te sugiero que no te vistas tan bien… fijate a tu alrededor estamos todos en jeans y zapatillas y los maestros y padres te están apodando “Lady Di” porque no te conocen y no saben cómo sos.
ZAS!!!! Siiiiiiiiiiiii, tenía razón! Cómo diablos se me ocurría vestirme toda prolijita, con tacos y maquilladita como una modelito de pasarela entre tanta miseria?
-Alber…siiiiiiiiiii, gracias!!!! Tenés razón!!!!
Porque si bien “el hábito no hace al monje”, también las apariencias engañan, no?
Desde el día siguiente tomé el jean más viejo y la remera más estropeada y me compré zapatillas (no las uso, sólo me gustan los tacos) pero Alberto tenía razón, cómo presentarme hecha una pinturita entre semejante miseria?
Todos los 7 de cada mes, en especial el del mes de agosto, la paupérrima Cooperadora de la Escuela organizaba “choriceadas”… saben amigos qué es un choripán? Es como una salchicha sumamente sabrosa de carne de cerdo condimentada, que se sirve en mano con un pan caliente y una bebida o una copa de vino.
Bueno, organizábamos las choriceadas los cooperadores (sólo 2 ó 3 personas ) y la Dirección de la Escuela para juntar algo de dinero para la refacción y comodidad de la Escuela (edificada en el siglo XIX) que era alquilada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a unas horribles monjas que estaban al otro lado de la Iglesia regenteando un Instituto privado y elitista.
(Trataré de no perder el hilo de la narración, continúo).
Como les decía, cada 7 de cada mes se formaban largas cuadras de gente muy pobre
que quería agradecer o pedirle algo a San Cayetano, muertos de frío o calor, sedientos y hambrientos, querían, ansiaban ser los primeros en homenajear al Santo.
Mientras seguía para mí el corso indescifrable de gente que pedía a la Dirección de la Escuela fecha de Casamiento, Confirmación o Bautismo.
Pacientes les decíamos que no era ésta la Iglesia, sino sólo una Escuela pública.
- La Iglesia está al lado, Sra, comuníquese con el Padre Fernando, él los va a orientar y dar los requisitos y fechas que Ud. me requiere.
Un día salí de la Dirección y vi a una Señora mayor haciendo el Vía Crucis en cada ventana del patio principal.
Aprendiendo de Alberto, no la interrumpí.
Yo creo que su acción tenía el mismo valor que si su Vía Crucis lo hubiera hecho en la Iglesia.
Otra vez, recuerdo, vi subir de rodillas las escaleras del patio que llevaban a la pequeña biblioteca, a una mujer que pedía por la salud de su hijo, me vio y me pidió agua bendita… muda paralizada, quedé.
Pero ahí cerquita estaba el sensato y sensible Alberto que sin dudar un instante tomó la botellita que tenía la Señora y a escondidas la lleno con agua de la canilla.
Reír o llorar?... No sé…
-Patri, qué querés decirle o que yo le diga?... le viste las rodillas despellejadas?... qué? Le voy a decir que se equivocó de lugar?!,- me dijo Alberto.
Y yo ya entendía, comprendía….
Y atrás iban quedando los sofisticados y complejos proyectos pedagógicos… en esa escuela se necesitaba otra cosa:
Cuento con orgullo que durante las choriceadas de los día 7 infaltable, infatigable, presente desde las 06 hs, de pie y dando aliento a las familias que hacía meses aguardaban los días 7 para pedir o agradecer al Santo, misericordioso, vestido con ropas raídas y su sonrisa magnánima y permanente, con su mirada oscura benevolente y profunda, venía el 0bispo de la Basílica de Flores, en “bondi” (colectivo) Jorge Bergoglio.
Humilde, bueno, compasivo y liero!!!! Siiiii!!! Liero, revolución sin armas, revolución de amor!!!
Yo lo llamaba Padre Jorge, pero él campechano y suelto de formalidades, me decía:
-Che, Patri, llamame Jorge.
Así era, llegaba tempranísimo cada día 7 con su cuellito de Obispo o sacerdote, que sé yo y ropa humildísima.
Daba caridad sin medida, palabras de amor, calidez, recorriendo sin cesar las carpas por horas, bendiciones, misas cada 20 minutos.
Al final de cada 7 quedaba extenuado junto al Párroco de la iglesia, Fernando.
Ya Fernando está también junto a Jorge en el Vaticano, es Cardenal. Tengo tantos recuerdos de él:
Íbamos al ropero de la Iglesia a buscar ropa para vestir a los niñitos que venían muertos de frío a asistir a clases, Nunca le dijimos a Fer que quien coordinaba ese Guardarropas, robaba las mejores prendas, para su peculio, Hubiera sido demasiado para él.
Tampoco es para olvidar, que Jorge nos robaba mil chorizos, en forma candorosa, diciéndonos:
-Dame unos diez más que la gente de atrás está muerta de hambre -y se los dábamos aunque le decíamos:
-Mirá, que la Cooperadora es humildísima y necesita el dinero….
Y él con la sonrisita compradora, nos decía mansamente:
-Un poquito para cada uno, dale.
Y sí, él ganaba, nos “afanaba” los choripanes, no para él, él moría sin probar bocado y de pie las 24 hs; los pedía para todo aquel que le parecía que tenía hambre.
Otra cosa que quedó grabada en mi corazón sobre él, es que le preguntaba a la humildísima gente que adoraba al Santo:
-Dónde vive tu Dios?
Y la gente le mostraba un amuleto o una piedra, una virgencita, una estampita… nada importaba, él les decía:
- Si ahí vive tu Dios, yo le doy la bendición y andate en Paz y Jesús seguramente iluminará tu camino. (algo así).
Luego de unos años perdimos a Jorge, lo nombraron Arzobispo de la Catedral de San Carlos de Bariloche, en Río Negro, Patagonia Argentina.
Antes de irse nos pidió 2 cosas:
-Cuiden por mí a Fernando.
(El Padre Fernando Párroco de la Iglesia, su amigo, ya había sobornado a Aguas Argentinas para que mi humilde Escuela pudiera tener agua en baños y comedor, porque las monjas vecinas nos quitaban el agua para llenar su piscina. Jajajajaja.!!! Fernando siguió siempre la luz del increíble Jorge, después nos vino a pedir perdón… ahí sí tampoco entiendo nada, lo abrazamos fuerte, fuerte y todos lloramos).
La otra cosa que pidió Jorge fue:
-Podríamos hacer una salita de catecismo en esta Escuela? Si?
-NO! la educación argentina es gratuita y laica. Imposible!
Nos ligamos un sumario!
- Y… quién se va a enterar?, respondió con ojitos de pillo.
- Un “favorcito” de despedida… no es tanto…
Y el tipo te compraba con tantísimo amor.
Ahí, en 1 hora entre el director él y yo armamos la salita de catecismo por él soñada con pupitres, los mejores, silllitas, pizarra y a Fernando le pedimos una imagen de la Virgen María. Fernando eligió la mejor y nos la dio.
(Esto es un secretito, yo ya zafo porque estoy jubilada)
Jorge tiene la mente amplia y las ideas clarísimas.
Un verdadero hombre de Dios que nunca discriminó gays, homo, hetero, divorciados, razas, religiones, NADA!
Una Iglesia como quiso Cristo: con perdón, piedad y caridad y misericordia
Hace unos años, fue a Chile y se privó de visitar su Patria pero sí! visitó a los mapuches (había Gendarmería asesinado a Santiago Maldonado y los mapuches estaban en crisis y desorientados y buscando ayuda, para que Benneton les devuelva la tierra que era de ellos, mis hermanos .
Los mapuches buscan un poquito de tierra para poder vivir como quieren y mantener sus tradiciones y costumbres.
Es muy largo este escrito.
Voy concluyendo: tuve muchas experiencias en mis años, pero las lecciones de Vida que me dieron tanto Alberto (Auxiliar de portería, limpiaba las aulas y daba Cátedras de Amor a la Vida) era tan excelente persona como Jorge o Francisco y Fernando, orgullosos de ser jesuitas: San Francisco de Asís es su Luz y Estrella y no la pierden ni la perderán nunca: pobreza, amor y dignidad.
Y estos recuerdos han marcado por siempre mi vida. Y por eso, los comparto.
(Larguísimo, lo sé).