Cerca del mar a secas
a luz alzada
venció el odio a la locura,
solo éste pudo blandir
al hambriento silencio
como un enjambre
de sangre hueca
y gutural apariencia.
Cuando escribir era
arrojar la propia sombra
contra una noche alevosa,
carencia
de una canción resuelta
en el grito.
Ahora lejos de la piel bucólica
brotan rostros
con los que compartir
esta fábula,
e inaudibles palabras
olfatean la cara del aire,
antes de tener una razón
para ser escuchadas.