Mirando melancólica la tarde
que nubla tempestuoso el fuerte invierno;
me trae con sus lluvias el recuerdo
de aquel inmenso amor que supo darme.
Llegó con sus caricias como un ángel
llenándome de amor con gran denuedo;
y ahora con nostalgia siempre pienso
que fue de mi existencia bello instante.
Contemplo de horizonte gran silencio
que viste del olvido su ropaje;
y escucho los suspiros de sus besos
que escapan cual gaviota en los trigales;
llevándose los trinos que me dieron
acordes del amor insuperable.
Autor: Aníbal Rodríguez.