¿La voz de lo poético
se esconde en estos colores
del ocaso?
Las nubes son espectadoras
de la muerte de la tarde.
Es colorida,
mientras reconocen la intermitencia
de sus presencias en el cielo.
Algún día lo besarán,
mientras recorren un lecho
en beso hacia el mar.
Otro estado
de cristalina realidad.
Se prenden más antorchas.
Noche que sueña,
noche que arropa...
Algunos despiertan
y muestran en la oscuridad
aquello que en el día niegan,
vivos a medias...
Yo sigo creyéndome
dueño de un palacio.
Y en babia...
contemplo el pueblo desde la azotea.
Fantasías mueren en papel
para seguir siendo fiel
al corazón sin cuartel,
al tejido del camino
en cada uno de sus latidos.
Presente, conmigo.
Con todo.