Algún septiembre
conservo en la mochila
de los recuerdos.
Allí dormitan
los sueños y utopías
de muchos años.
No me molestan
y, al verlos, me sonrío
con añoranza.
Veo colores
de días y semanas
por las montañas.
Aquellos ratos
de esfuerzo y de silencios
no los olvido.
Veo unos ojos
y leo en sus pupilas
a las estrellas.
Y es que sus versos
en forma de suspiros
allí surgieron.
Veo la brisa
llegándome del cielo
con sus palabras.
Y tú, bien sabes,
mochila y fiel notario,
de lo que hablamos.
Veo al amor
venir para fundirse
con mis caricias.
Y es que el amor
ha estado en los septiembres
mientras soñaba.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/09/23