Deja fluir la ternura
que hay en tu corazón,
los recuerdos de esa niñez
llena de asombro y travesuras…
Cuando la felicidad
era trepar a un árbol
o juntar luciérnagas
en las noches de verano…
Déjate llevar por los puentes
construídos con recuerdos
hacia los lugares que habitaste
y los juegos que jugaste…
Allí reside el secreto
de haber crecido fuerte
con valor y confianza
para sortear obstáculos…
Cuando nadabas en los charcos
llenos de barro
y hojas muertas…
Cuando creías que el mundo
era el mejor de los planetas…
Cuando la dicha se encontraba
en un terrón de azúcar
y la ternura
en la mirada cómplice
de tu abuela…
Sigue escribiendo,
no te detengas…
Deja fluir todo el cariño
que por años recogiste…
Que hoy te permite
mirar al mundo
sin prejuicios.
Con la fe, intrepidez
y la confianza de un niño...