En terribles lapsos, del parpadeo, de efimeridades y un par de bocetos, sin sentido, sin sombra, viene a descansar esta nota.
Pocas, las veces donde ambivalencias colapsan con majestuosidad. Mi silencio, tu soltura, este evento de falso olvido.
Un canto hundido, silencia encuentros, despedidas, nos roba la voz y hace leyenda un amor, sin cadenas ni pena.
Tampoco es condena; es paz, música y poema, saberte distante y entenderte tan cruda, un sinfín de infiernos por vencer.
No es simple mujer, balas blancas y las ganas de sangrar, hasta un ultimo epitafio de terquedad, hasta el fin de esta era.
De niño, hoy recuerdo. De hombre, te conozco. Todo renace del dulce lucero, si me robase el aliento una vez más, una noche en paz.