No fue una noche cualquiera
Fue un momento especial
Que, imposible feneciera,
El olvido, no se la pudo llevar.
No sé perdió con el tiempo
Ni voló en alas del viento,
Fue una noche de momentos
Llenos de remordimientos.
Te fui mordiendo los labios
Suave y con mucho tiento,
Tus orejas en mi boca
Escucharon y sintieron
Cuánto te vengo queriendo.
Mi boca marcó tu cuello
Con un morete de fuego,
Y me fui bajando luego
Al ritmo de tu resuello,
Y capturé los pináculos
Prominentes de tus senos,
Mi lengua, dulce tentáculo
Hizo círculos obscenos.
No pude morder ombligo,
Más, toqué con avidez
Delicia de redondez
Y ese acto lo bendigo.
Mordí bendita grosura
De tus marcadas caderas
Y fui dejando por fuera
Las marcas de mi aventura.
Luego marché suavemente
Por los carriles centrales
Para alcanzar humedades
De tibieza de tu fuente.
Entonces me mordí los labios
Y con mis ojos cerrados
Fui subiendo los peldaños
Que me llevaron al cielo.
Y fue morderte y morderme
En la noche memorable,
Fueron mordidas sin sangre
De nuestro rojo torrente.
(VOZ DE TRUENO)