Papá, papá, vos que brillás
Entre las más grandes estrellas
podés verme esta sola noche?
Sólo, Viejito querido, por un Instante Divino?
Podés oírme?
Podés oír a tu niñita que te llama, esta vez?
Lluvia y Vendavales en mis ojos
y no tengo como abrazarte
ni que me cuentes ningún cuento
de Francis Aznaro
que me consuele y entretenga,
hasta que la llama de la loca locura se apague...
Siento tal frío y no tengo quien me de un beso
o abrace como hacías vos...
Existe en mí, lo sabés, como existió en vos,
una temible tormenta de versos
que a veces me sanan
y otras me hunden en un pantano sin lodos
que aprietan mi mente y la deshacen
en pensamientos definitivos, crueles
sanadores,
que ponen el punto final a la cruel vida
que no me supo cobijar
aunque tantas veces lo intenté en vano, lo sabés...
Sólo escuchar tu nunca olvidada voz,
o una señal que redima tu tan larga ausencia...
A dónde te miro, papá?
Hay tantos ojos en los cielos que parpadean
y no sé cuáles son los tuyos,
podés hacerme un guiño, papá?
Podés escuchar mi llanto que con vos no se esconde?
Se ensanchan los muros, se ensanchan los astros
los glaciares y las pampas
y no puedo encontrarte...
dónde? dónde, estás?...
Caen ya las Murallas de poemas y sintagmas
y no puedo ya con ellas, papá...
Si no encuentro asilo en este mundo
que no me pertenece,
si no puedo ya fingirlo más,
Papá, con vos quiero estar,
así: lejos de todo lo humano
que tuerce, que embiste con espadas lacerantes
los corazones y almas, sin piedad.
No aprendí a vivir, jamás...
Llevame con vos...
Buscame una barca que
se desplace hacia el firmamento
y por fin llegue ese momento esperado por décadas
de tenerte de nuevo en mis brazos, papá!
(Es un ruego a los dioses en que no creo,
Es mi verdad)...