Entre las anclas del cielo se formó el crepúsculo; Errante, distante, fulgorecen sus ojos lejanos.
En ellos hay luto, en ellos cae la noche.
Se ciñen de pronto las capas de la muerte y en ellos el vino de tu boca.
En tu boca encallan mis deseos.
Tu boca es agridulce.
En mi gira la noche taciturna mientras se empaña mi alma con tus besos de arrebato.
Es más ávido el rocío en tu cuerpo: yo encontré en ellos mi sendero sosegante.
Vehemente en aquellas colinas, flor de lirio: parece que te inundarán con su perfume nocturno.