Desearía besar a la muerte
y su lujurioso cuello
entre remordimientos
y tiempos locos...
No queda arena en las playas
y las gaviotas viajan de sur a norte
Los estallidos de mi pene
han condecorado los castillos
más diamantinos
Y de la luz de la mirada de Arantza
una sensación prohibida
y carnal se entremezclan
en el silencio del cuarto