Poco a poco, se llenan los cráteres
de luna llena, con viejas encinas.
Quien dice cráteres, dice avisperos,
donde el alma se retuerce, sin disipar
sus dudas o tristezas. No, uno no escapa
de sí mismo. Se estancó la aventura,
y la lagartija, bajo las piedras,
duerme a la espera de su siguiente presa.
Rezan viejas beatas su romance por las tardes.
Hay un odre vacío y una bañera llena,
aunque la voz acumule ecos de otras tardes,
y los vencejos acudan a otras iglesias.
No sé a quién espero, pero espero a alguien-.
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