ARTIN ZÁLEZ
EL PASEO DEL SILENCIO
Un hombre triste en harapos descansa en su pobreza.
Sentado en un parque, merienda un trozo de pan con nada
y mira su vida pasar.
Bebe agua de una botella que alguna vez alguien compró
y que él quisiera llenar de aceite, pero no puede.
En su saco, muchas latas vacías
que un día fueron dólares que él nunca vio.
Por su lado, alguien pasa en un taxi feliz
con los bolsillos llenos de paz
y acariciado por el aire acondicionado de sus sueños.
Pero el hombre no se inmuta,
a él solo lo refresca el aire que sube del mar
al sentir como el árbol en silencio le mira.
Y en su espalda, el peso de una mansión muda
de, sabe Dios quién, que para él es invisible.
Con sus puertas y ventanas cerradas, a cal y canto,
la casa calla,
como todas las que adornan un paseo
que casi nadie ya hace, por no mirar a la distancia.
Un hombre triste está sentado frente a mí y no me ve.
Pero yo si le veo y siento una gran pena que no puedo callar.