Opuse a mi amor el arma del olvido,
ocupe la razón con el nulo pensamiento,
aislé mi ser con el letal recogimiento
de la nada. Mantuve el llanto enmudecido
fingiendo fortaleza estando herido,
negué a mis noches el furtivo ensoñamiento
con la felicidad, temiendo el enfrentamiento
con el destino infame que me vería hundido.
Impuse a mi imaginación el recluimiento
en el silencio angustioso de la soledad,
me arranqué la vida con la voracidad
del suicida incapaz de sufrir el sufrimiento,
mas no te pude olvidar, mi bien querido,
y aunque oponga a mi amor el cruel presentimiento
de tu ausencia, estoy tan lleno en mi indigencia
que sólo la muerte llevará mi sentimiento.