Con Chopin mi oído toca el piano;
con mi sexo las teclas se vuelven locas;
con mi pura fantasía yo soy artesano
en inventarme historias no pocas.
Me falta la fémina sentada en mi cara,
y las otras que soban el desliz de mi pene
en sus bocas, el sexo jamás se acabara:
cuatro féminas de jefas todo lo ordene.
De noche, cuando el silencio sea severo,
un desnudo nocturno a féminas me vendo,
como su objeto esclavo y juguete aventurero,
ellas (chicas malas) a su placer estupendo
me encomiendo. Despertar el polvo imaginario
me agarro, suerte fuera verdad y necesario.
Julio 2.023
Nacho Rey