Vendio sus zapatos para comprarse un libro y siguió caminando por un mundo de tibias arenas, mientras su cuerpo quedo colgado en una esquina a la espera de la espera.
Fueron poemas sus nuevos calzados y se vistió de rima. Ya nadie lee poesía, ya nadie sueña versos y el ser descalzo... se hizo poeta.
Y así siguió andando a pies desnudos por el filo del día, hasta el ocaso encendido de todas sus vidas, juntando alegrías y penas.