Terminó la reunión y mi sonrisa
indecisa, quedó desdibujada
estancada entre el mundo de alegría
que venía del rato atravesado
y un estado siguiente de vacío
cual un frío conducto subyacente.
De repente llegó como una pena
que, serena, invadió mi entendimiento
sentimiento carente de sentido
devenido de un temple vacilante
del talante dejado en los terceros.
Los senderos confusos de estas dudas
testarudas, tenaces, me arrollaron
no brindaron salidas al sosiego,
pues soy ciego a los juicios de otros seres
pareceres ocultos tras un velo
con recelo montado como un muro.
No es seguro el mensaje que transmite
y repite la gente en un jolgorio
territorio propicio a la falsía
no cabría hacer caso a sus señales
sus canales nos quitan de su foco
mas tampoco es benéfico el flagelo
sin consuelo que da la incertidumbre:
En la cumbre del monte de la angustia
quedó mustia la flor de mi autoestima
en un clima aprensivo y descubierto
al incierto opinar de cualquier otro.