Romey

Frecuencia probablemente extraterrestre

Olas de ingravidez que flotan sobre un lecho sombrío, hasta el atardecer con la blancura impregnando los ojos, y despues el presente se vuelve voz, todo irrumpe como el rumor de los relámpagos estando solo el tiempo acabado. Extasía la contemplación impersonal, y se advierte una quietud magnánima que abarca el fondo azul sangre. La noche deshecha vive todavía en cada poliya, pero eyas están ahora dormidas, y los besos del aire rondan mas arriba para las águilas intangibles, mientras el florecimiento inicia una nueva secuencia volcando arena o luz inversa en el mar celestial. Alquimia? Veo algún diseño yacer entre vaivén de blandas volutas albinas, pompas que explotan en ese momento imprevisto. Alegría, con tanta gratitud que regalar desde el alma, que no es nada, solo el eco de una piedra que cae eternamente, el roce silencioso de un par de alas, radicalmente rastreando el gérmen base, raíz de galaxias trenzadas como sueños en la tupida oscuridad, enigmas que la imaginación humana ha ignorado siempre

 

Los diseños se suceden. Un renacimiento o alzamiento pacífico, con la certeza de que el conocimiento beatífico abarque toda depresión, como la angostura soberbia del ciclón que remueve nuestros pulcros deseos, y lámparas visibles tras el humo fecundo, proliferando las ganas de despojar al mundo de sus velos. La ocasión consiguiente garantiza una adquisición poco normativa, pero correcta, sin el auspicio de ningún corrupto oráculo, paladeando tan temprano el fruto del árbol que se decía habíase secado en invierno hayado flotando sobre agua fuxia la esperanza escarlata cual zumo de estreya enana, donde la madreselva colapsa y proceden los salvajes a cotejar las lunas cuyas atmósferas amalgamadas te beberías con la mirada derretida por la masa de una yama infinita que da la vida al alma y me yama desde el fondo, frotándose ese eco predilecto contra espumas musicales y muslos de flor caminante. Hablo de la traslación que rotundamente imanta los sentidos, creo, aunque discrepo porque vivo en el extrarradio de un sistema sonámbulo, copulando con nubes de masa pomposa, casi calcinado el ciclo de los días en la diáspora, tampoco para evangelizar sus primitivas construcciones psíquicas, sino sembrando el sino mío bajo brasas ígneas, entre cenizas de las que mi ave se hará unas nuevas vestiduras bonitas decorando el gris con esta polícroma sonrisa que expandir en la vacía matriz de la poesía

 

Y no solamente eso, ademas la nada se continúa reproduciendo efectivamente, todo tras los márgenes de lo inefable, que es cosa olvidada hasta entonces, y el estudio fehaciente de sus cánones me ocupa en este instante mas eternidades, asumiendo sus efímeras existencias y las fenomenales consecuencias que conyeva haber inhalado gases de planetas alborotados ante la puerta ahora abierta, y entra la luz mientras se advierte calientemente fresca, pues ya amanece, y sigo soñando para afuera

 

La percepción inalterable navega avante el mar de la mente. Es consciencia de la pureza innata que nos fue atribuida, al aferrar tentáculos de fuego que sentimos helados durante noches blancas promulgar la revuelta, cambiar el orden de las piezas equilibrando una balanza que vacila si te escindes de la órbita longitudinal para proseguir poniendo a la sombra la ignorancia, y encima la cualidad cuantificada en inflación de la suma susodicha, y despejar el resultado impredecible quitando las cortinas que tapan el aura azul del cielo incoloro. Arriba las raíces; debajo estelas espirales, desteyos que yegan a nuestros ojos como el aroma marrón del otoño

 

Hilando sin medida la luz dislocada

para finalizar la calumnia ostigadora

obrando prosaicamente asolas olas

de mar en el extremo donde son nada

 

Sombras poligonales que reforman

esta soledad tan ruinosa y soleada

cuando mi cuerpo es todo hálito rosa

enamorando oscuridades con palabras

 

El cansancio duerme entre la espesura

poblada por las voces de nadie nunca

y es lo otro una carcajada simpática

 

Aplaco así bien la furia del pensamiento absurdo

al beberme los etéricos vientos de veloces efluvios

sin perturbar la justa unidad habida en tu mirada