Mi patria, mi patria sueño,
de maldades liberada
y nunca tan maltratada
por quien se cree su dueño.
Y vivo con el ensueño
de verle siempre bonita
su cara de muchachita
pues tanto y tanto ha sufrido
con su corazón herido
mi bella patria chiquita.
Sus tierras son tan bonitas
vestidas con hermosuras
y nacen muchas criaturas
brillantes como estrellitas.
Y a pesar, de tantas cuitas,
vuelan como el gorrioncillo
tan fuertes, como el junquillo,
con ahínco y valentía
como el sol del nuevo día
que las baña y les da brillo.
Patria, terruño pequeño…
—¡Y de alma grande, muy grande,
donde el amor siempre expande
toda su alma con ensueño!
En mis versos hoy reseño
el amor en sus entrañas
y el color de sus montañas
con olor a los laureles
y le digo: —¡Rico hueles,
pues de amor siempre te bañas!
—¡Oh patria, lindo terruño
y cuna donde he nacido,
me siento favorecido,
si somos un solo puño!
Mi lira como arma empuño
y el verso como saeta
así, como aquel poeta,
con su pluma literaria
y su voz, que libertaria,
a toda injusticia, reta.
—¡Qué nunca más te mancillen
ni te invadan detractores,
mucho menos, dictadores,
que en discursos te maquillen!
—¡Ni tu corazón martillen
hasta hacerlo desangrar
con el verbo engatusar!
—¿Otra vez? ¡No puede ser!
No es tarde para aprender…
—¡No te dejes engañar!