No soy nada.
No soy nadie.
No soy una persona.
Soy un conjunto de palabras sin sentido,
soy una mirada perdida en el vacío,
un corazón triturado en miles de piezas
y un alma triste, vieja y atrapada.
Me sumo en la alegria de los momentos,
y me golpean las olas desesperadas de la decepción.
Mis expectativas se acumulan dentro de mi mente
y el rechazo se vuelve una herida abierta frecuente.
Pienso tanto que me pesa la cabez,
las culpas me envuelven volviendome ciega,
el enojo fluye por todas mis venas
y la soledad avanza, se acomoda y no piensa marcharse.
La inconformidad me recorre y espera,
mi voz ansía dar un grito de guerra, pero se atasca.
Tus palabras me han vuelto necesarias para mi supervivencia.
Sus abrazos la liberación de la carga
Y su risa, la mano que me toma, me acerca y me salva.
Para mi corazón esa alegria es suficiente,
pero, ¿cuándo no están?
Las voces resuenan, el miedo me trepa por los pies,
la vista se me cansa y me hundo.
No se cuando esto deba terminar,
solo espero que no se agote la ultima gota de fé que me queda,
antes de sumirme en la oscuridad.