No es sobre ti, no es sobre alguien. Es sobre todos.
El problema estuvo y está en mi incontrolable necesidad de hacerme poeta, cuando el corazón me suplica convertirme en el poema.
Ese poema, que leíste alguna vez y supo penetrar tu sensibilidad, el que quisiste escribir en un papel, tan pequeño que fuera posible guardarlo en la cartera. Para sentirlo cerca, para leerlo a cada minuto, para amarlo.
Ese poema, que quisiste volver canción, para reproducirlo una y otra, y otra, y otra vez en tu cabeza. O quizá, hasta quisiste aprender a bailar, en lo secreto de tu cuarto, apagaste la luz y me pensaste, trajiste a tu mente 1,000 recuerdos, y me sentiste siendo canción.
Sin embargo solamente pude convertirme en el poema que lees y te duele, porque descubriste que el único sentimiento que mi lírica te provoca, es la nostalgia, de algo que te pasó, y no volviste a experimentar.
Es que no puedo pretender convertirme en un sentimiento que ya sufriste, destruiste y trataste de olvidar, yo soy la sensación que se renueva en un segundo, y con deseo se cuela en todo tu ser.