Haz Ámbar

Sorpresa

Es la flor de mis entrañas 

la que se mueve por el viento. 

A mí ya nada me extraña 

de cuanto en torno sucede:

estoy moviendo continentes... 

¡Por mi suerte soy de hielo!

 

No habrá ya más mañanas

sin el cauce de tus besos

molestándome allí abajo... 

Sí, lo sé, yo me confieso

el culpable de tu embarazo. 

Voy a hacértelo

pasar tan mal si me rechazas 

después de esto: es mi regalo,

y lo demás son bromas malas, 

corazones en letargo

por una buena etapa. 

 

Estoy buscándome la savia

y solo encuentro garrapatas

aferradas a mi estancia

en una charca: tantas lágrimas

derramadas como erratas

han creado este poso

tenebroso que se enzarpa hasta las tantas

el pobre muy neurótico. 

 

Estoy dejándolo de tanto

que me pongo la emisora, 

y no es que manche

cuando explota un corazón. 

 

Me abro paso entre las sobras

yo que al menos sé quién soy

donde tan solo me conocen unos pocos;

sin ninguna pretensión 

que cargo al monstruo

de mis dudas y fracasos 

a rastro con las deudas

de diezmil interesados... 

Ahora expreso aquí mi enfado

en su versión más integral

para que los tontos se lo traguen

como un bálsamo irreal

para su misma estupidez

en un nivel tan por lo bajo

que casi llega a los diablos. 

 

Ni sé ya apenas lo que hablo

si me presionas tú también 

en vez de echarme un cable

y no dolores de cabeza

cuando estoy administrándome

a mis pies la poca esencia, 

la inclemencia de después 

que sin respuestas yo me vea

trepando la pared que me supera 

solo en sueños: no los tiene

así que bien estoy de juerga

que me acuerde cada viernes 

con una sonrisa y las ojeras

subsiguientes que demuestran

lo mal pasado en vena

inyectándome estas fiebres 

presumibles de que eternas 

me levanten con trabajo

los relojes que me enferman, 

y no es tampoco invierno

aunque escupa en ti mis flemas

rebajándome al silencio

que respiran los horteras, 

que ya vence mi sordera:

tus esbirros me contagian 

la verdad que no comprendo

si es el tifus o es la rabia

que anudada a mi garganta

no jamás coopera

(se precisa la esperanza

de algún milagro por sorpresa.)