Los unos se miran y se confunden unos con unos.
Ellos suelen escribir, poemas de amor,
canciones, cuentos y vericuetos sobre los otros, que desdibujan su verdadera identidad.
Se contemplan ominosamente, largamente, los unos, en los tristes espejos de su vanidad.
Es muy de ellos: fantasear, \"construir paraísos de cucaña\",
tejer y destejer falsos imaginarios de su longeva mocedad.
En suma, más de unos es menos de otros, que, viéndolo bien, no es sino \"todo\" de los mismos,
como quien dice... nada de nada.
Los otros, que ya no dividen, sino que aprendieron a multiplicar,
se mofan y dan rienda suelta a su populosa hilaridad.
Aunque, hay que decirlo, los otros negocian su amistad con adulaciones pretenciosas hacia los unos.
¡Pobres unos con estos otros!
-Dirán unos adinerados y encopetados unos (que no son los mismos unos de los que hablo... ahora son otros)
Entonces, los unos caminan de puntillas, como quien no quiere andar,
para no dejar profundas huellas, y dar pistas seguras de su absurda realidad.
Y la realidad aunque no lo parezca ya no es de unos ni de otros, mejor dicho de ninguno
La realidad viaja entre unos y otros, de cierta manera \"camuflada\".
Ella, va tejiendo su ardid, esa es la trampa de la vida
y como toda dama que se precie de discreta, logra engatusar tanto a unos como a otros.
Al final, los unos y los otros danzarán alegóricamente dentro de una enorme urna de cristal
intentando reventar sus verdades enfrentadas, una y otra vez, una y otra vez... sin límites, sin medida y sin tiempo.
Esa es su filosofía de vida,
ese es su don universal.
¡Es su dilema!
Racsonando ando