Rafael Huertes Lacalle

¡QUÉ BUENA FINAL!


 
Hoy fardo ante mi amigo ver partido; 
tirado todo el cuerpo en el sillón, 
final que no me pierdo y sin un ruido, 
con copa de un ribera resultón. 


¡De pronto…una figura ha irrumpido!, 
centrando de mis ojos la atención 
y paso de un penalti cometido 
a ver un centro campo de obsesión; 


tacones, medias negras y unas ligas, 
un tanga, un picardía y una intención, 
“hoy quiero concederte cuanto digas!, 
me dice y me seduce del tirón, 


amaga con un guiño y lanza besos 
con esos labios rojos de primor 
que, presto los atajo haciendo presos 
tal como un cancerbero del amor. 


Ahora, juega más en mi terreno; 
de nueve es toda un “killer” matador, 
yo quiero ser el seis que ponga freno 
y un juego equilibrado a tanto ardor. 


Refuerzo el centro campo y lo endurezco, 
recorro sus costados con tesón, 
penetro por el centro y ya merezco 
susurros al oído de alirón. 


Mi cuerpo junto al suyo está tendido, 
sucumben jadeantes alma y piel, 
el tiempo está agotado, ha concluido, 
empate y satisfechos… dulce miel.

 
¡Qué importa quien la Champions ha ganado, 
mañana en el café me enteraré! 
Hoy sigo recordando que a su lado 
jugamos como nunca imaginé.

 
Rafael Huertes Lacalle