Erase una vez, en una tarde de abril, ese instante donde nuestras miradas colapsaron, fue ese nuestro gran momento, nuestro insomnio, mi desveló, mi instante más bello, tus ojos en mi mirada los hice tan míos, como también tus besos.
Fue aquella tarde majestuosa, inolvidable como el primer segundo en el que nos cruzamos, inolvidable como aquella tarde tomados de la mano, juntos caminando, juntos viendo el atardecer partir, tan juntos viéndote sonreír.
No pensé más que solo entregarme, no pensé en nada más que olvidarme del presente y adentrarme al país del nunca jamás, a esa curiosa tierra de olvidos tristes, y encuentros felices, y en esos microsegundos donde nunca jamás me olvidaría de la sonrisa más bella, del beso más suave, de la paz que me transmite tú alma.
Erase una vez, ese comienzo de una historia donde no hubo príncipes ni princesas, donde no hubo castillo, brujas o dragones, donde simplemente fuiste tú, y fui yo, fuimos solo dos.
Erase una vez donde dos locos enamorados se amaron sin conocerse, se entregaron como a nadie más se habían entregado. Erase una vez donde todo fue especial, donde todo fue distinto.
Henry Ruiz
16 DE SEPTIEMBRE 2023
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