Cuán solitario vive el que escribe.
Guarda su voz al tratar de hallarla.
Observa, pero no se mezcla.
A menos que tragedias lo envuelvan
y sean chispa en el fuego de su obra.
A menos que ame con tal intensidad
a una musa cuya vida desee
perpetuar a tinta y pluma.
Solitaria es la vida de la que escribe.
Deja amores si la atan a una vida
sin papel y letras.
Si la dejan vacía,
se llenará a ella misma
con rimas y poesía.
Cuán solitaria es la vida,
al fin y al cabo,
para el ser humano.