ilde

ARLÉS

Una casa blanca ha sido profanada por las botas del viejo.

Manchadas por la tierra que lo acompaña,

forman para sí una ordinaria obra de arte.

Lienzo blanco, en la calle no hay nada.

Ni una simple flor, ni un patético hombre.

La belleza se ha marchado de su vida,

en un suspiro descuidado.

 

Obtuso, empecinado, cabezón.

Pobre viejo, que piensa sin corazón,

que no pintó la flor pensando en el fracaso de la obra,

viéndose ahora arrastrado por la gran ola.

Recordando los lejanos atardeceres sobre aquellos castillos borgoñones,

el pobre viejo se reconforta.

Ojalá entendiera el mensaje de su obra,

ojalá entendiera que no hay gloria.