Es un grito de aceptación y amor propio. No se trata de otra lucha de género, es un acto mucho más profundo: es una revolución.
Es amarnos por lo que somos y no por como nos ven nuestros ojos o nos ven los demás.
También implica aceptar que envejecemos y que el tiempo vivido deja huellas,
sabiendo que las más importantes no están en el cuerpo físico, sino en el alma que experimentó, sintió, rió, lloró y amó, hasta convertirnos en el ser que somos hoy.
Implica perder el miedo a la muerte, el cual aparece en nuestra mente asociado a envejecer.
Pero la muerte no es una enemiga que nos espera para terminar con nuestros sueños, sino más bien un cambio de ciclo, un dejar la oruga para que el espíritu vuele libre como mariposa, directo hacia el sol. Somos energía y esta nunca se extingue. Y eso hasta la ciencia lo admite.
Por eso la próxima vez que mires tus canas, en lugar de ver tristeza y vejez, date cuenta que lo que el espejo te muestra es experiencia, madurez, autenticidad, unicidad y ante todo: vida en movimiento…¡sí!, como la de esa oruga que se está preparando para mariposa.
Lucila De Melo(MMGA)
Uruguay