No pregunte, buen amigo,
qué me pasa o qué me duele
o si poco a poco muere
mi esperanza y mi ilusión.
No pregunte, buen amigo,
por el llanto de mis ojos
por el llanto que desbordo
con dolor del corazón.
Vengo a tientas, vengo a ciegas
con mis lágrimas bohemias
que me atrapan y cercenan
en mi oscuro atardecer.
No pregunte, buen amigo,
qué dolor me va agobiando
qué dolores me rasgaron
por la vida, sin querer.
Le diré, si usted pregunta,
que unos sueños se esfumaron
por caminos empedrados
con cascajo y hormigón.
Son los sueños, buen amigo,
mutilados con el tiempo,
mancillados sin respeto
por maldad y por traición.