Citlali Cihuapelsin,
que despiertas un huracán en mis adentros.
Llegaste tan tarde a mi vida,
como hermosa Citlali, la estrella de mi aurora...
Tu esencia es increíble; es deseable…
Aunque sea tan inestable tu presencia;
que a veces es insoportable, ruda, tosca, desinhibida
otras veces, es dulce, pero insufrible…
OH purépecha xochitlcihuatzin,
flor bisoña, que has trastornado
a este mixteco que vivía desolado…
No sé si amarte o despreciarte;
me das miedo; pues todo lo dices cual lo sientes
y como totl fugaz, todo lo haces como quieres,
si quieres, cuando quieres…
No obstante, aunque tú te quisieras a ti misma sujetar
y hacerte ver cual, si fueses arrogante y egoísta,
yo he mirado lágrimas de tristeza
brotar de tus pequeños ojos de huitzilli…
Aquel diminuto colibrí que muere de dolor;
Por lo que las barreras que la vida te ha brindado.
Me asombra, a mí, hombre de mundo,
que, a ti, nada te espanta, nada te asombra…
Y... como recóndita alondra, con los ojos hambrientos,
te comes todo mi universo
todo te lo devoras, todo lo absorbes;
nutriendo así la intensa soledad de tus adentros.
Notlasohtlalis, amor incierto de mi vida,
como Citlali, bella estrella de la aurora,
te apareces a diario para darle nueva inspiración
a mis frígidos versos
que estaban ya dentro de mí, dormidos…
Casi muertos…
Por eso te canto mi poema,
pues te sueño despierto, sufriendo en mi dolor,
porque estás tú tan lejos de mi tiempo;
nuestro peor enemigo,
que nos separa a cada momento
cuando tú y yo disfrutamos
contentos de los pocos placeres
que la vida nos da y luego nos los quita…
Ojalá que, a tus lindos, tersos labios
no los calles jamás…
Pues de ti emana la dulce canción del alegre jilguero,
aquel que todas las mañanas
eleva sus canciones al eterno...
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