Borja Sánchez

Yo, yo estoy bien

Cuando la luz cansada de tu dormitorio reivindica
el derecho de morir apagada.
Cuando la subida de tensión frene tu sonrisa
en esos prohibidos momentos donde piensas en mí,

que sepas
que sepas que estoy bien.

Estoy pensativo,
como un loro cotorro que se confiesa antes de morir,
como un perro
que muerde antes que ladra.
Estoy arrinconado en el derecho de permanecer en silencio,
hasta que el demonio con toga
equilibre la balanza de la justicia amena.

Yo, yo estoy bien,
como un pez que nada en el interior de un cubito de hielo.
Como la tierra
cuando la riega un trabajador a sueldo.
Como un niño
cuando comprende al fin las tablas de multiplicar.

Entre la soledad y la cama en la que duermo
existe solo el paso sencillo de mis sueños inevitables,
esos que envían
mis defectos a tu nuevo correo electrónico.
Esos que envían cartas
al buzón de la llave perdida.

Yo, yo estoy bien,
como lo son la nota y su silencio.
Como la mirada y su latido.

Estoy bien,
en el exilio de tu cuerpo,
en la arbitrariedad de tu descuido.
En la cima de tus labios.

Estoy bien;

estoy durmiendo en el lado de mi cama
bebiendo un café de bar.