Diste nueva vida al lacio,
hiciste duro al blando,
y a los setenta amas
como amabas en mayo.
Renaciste de flor celeste
y apurado gozaste el milagro.
de sentirte joven con canas
o menos viejo de antaño.
Dejaste mujer e hijos
buscando nuevos fuegos,
rojos y gentiles labios
para revivir lo olvidado.
Y asi te hallaron muerto
con el testamento firmado.
Dejabas todo a la María,
casa, fortuna y auto.
Todo por un poco de amor,
todo por un sueño robado.
Querías retornar tu juventud
y quedaste tieso y enamorado.