En un sueño inexplicable,
envuelto en el paño blanquecino
que el deseo ampara,
el cielo,
cegado por nubes misteriosas,
imperfectas,
sin título que aplicarles,
se abrió, como un abanico gitano,
para contemplarte desnuda
en mi imaginación rasgada,
naciendo,
con la irisación del horizonte,
mi amor por ti inextinguible.