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Miniprosas de antaño... La brisa y el sueño

     La brisa...      

           La brisa lleva el canto del jilguero a un estado elevado. Allá donde toque a mariposas de otros trozos del pinar silvestre.

           Los exploradores de la vida arrancan un ramillete de lavanda o tomillo, tal vez romero... Como si esa fuese la forma de no despegarse del trocito de libertad que han saboreado en las murallas de la torre.

           Este castillo de la estrella despliega una lámina celeste donde sentirse pequeño te hace un ladrillo más de la construcción del todo. Su aura embriaga la noche estrellada  y no pasa desapercibida por ningún ser vivo de sus sierras.

 

       El sueño...

          En esas horas de la madrugada, cuando las últimas fantasías visitan al bosque fértil de mi mente, poco a poco, siento el desvanecer de mi consciencia. Puedo observar los primeros aleteos de la migración nocturna a otro plano. Allí, quizá esté soñando aún y eso explica que no haya muerto todavía en el lecho sobre el que yazco. Una locura sin sentido. Tal vez, esté en el inicio del viaje al estanque limpio donde cada noche observo el reflejo de mi subterráneo. Sí, quizá el sueño sea como un Pegaso que me lleva a las entrañas del inconsciente inagotable.