La burla es burla
debido a esa desfachatez,
que jactándose de mucho
suele ser más que poco,
nada, que nada comprende.
La burla es debilidad altiva,
es la cima
del abismo prepotente.
La burla, es anzuelo
en la tierra de los hombres
pretendiendo pescar;
y pulula por partes de otros,
como crápula.
La inseguridad suele ser la lombriz
ceñida al anzuelo,
cual cazadora,
caza desprevenida,
en el sueño de la vigilia;
la fragilidad de esos peces
retumba entre ecos.
Quien hecha mano de la burla,
se delata insensible,
tan ruín como inmaduro,
escudándose vilmente
en la torpeza del ser, en la desdicha
o amparándose en el desconocimiento
causante de vergüenza y tumulto.
La burla es escoria
inmunda e indecente.
La ironía, pudiendo ser
característica de inteligencia,
auspiciadora de mensajes,
queda relegada a la negatividad
al estar utilizada con rabia
y como escudo
defendiendo esos instantes,
que atados a la celosía
de una ira antes distante,
nos atrapan,
salpicándonos con una confusión
resabiada, que podría equivocarse.
Cabe y podría
destripar al susurro,
llegado como consejo,
proviniente de un amigo.
Lo que pudiere ser capa,
dando en fría noche abrigo,
se convierte en el rumor
de las sombras
y perpetua en el silencio
de la incomunicación,
penando con éste castigo.