Alberto Escobar

Siendo mar

 

Soy más grande que el mar
porque si me ahogo sé
que me estoy ahogando, 
pero el mar no sabe 
que me mata. 

—Antonio Gala. 

 

El mar es inmenso,
sus playas oquedades
en la roca, su arena...
El mar es madre, 
recibe la lluvia
como si fuese un manto,
decide encabritarse 
si el viento le contradice,
engulle a todo aquel
que su piel no sabe cortar. 
El mar es hiedra, 
el sol su primer invitado, 
el que se vale de la sal ácida
de su sonrisa, y hace rimas.
El mar es el centro de una frase,
y azul su adjetivo predilecto. 
El mar es retiro, es viaje
al nacimiento, un arquitecto
que construye un oleaje 
que acaba muriéndose en la orilla.
El mar es verano, y también invierno, 
es primavera a veces si el viento
sopla del oeste y trae alimento, 
es aliento para el que de sed muere. 
El mar es bitácora y rumbo,
es barco a la deriva, es naufragio
en el fondo de uno mismo, es abismo,
es misterio, criterio, brújula y sentido.
El mar es palacio, ermita,
es soledad para el que la busca, 
es camino para el que navega
y estela, y carta de despedida.
Es todo y es nada al mismo tiempo
porque el agua, incolora, inodora,
insípida, se desliza por la palma
que se atreve a cogerla y estudiar
con detenimiento su sustancia. 
El mar es mío si lo poseo, es alma. 
El mar no es tan inmenso, si te fijas...