Mi vocación de interrogante,
se instala en mi corazón
sin cesar de rebatirme
y opinarme, sobre cuestiones
tanto ridículas como poco amables.
Es esta una afición, ¿qué no lo es?,
que destila más alegría que tristeza.
Tanto es así, que la vida me
pareces sólo rica,
cuando la interrogación aparece
al fondo, sin respuesta concreta.
Dejo
para otros menesteres, constantes
demoras, como si
las preguntas, no tuvieran mañana.
Me atrae el misterio y lo ideal,
lo irreal y la materia, lo concreto
y lo vasto, pero prefiero saber
que contagiarme de ignorancia.
Soy propenso a la mentira, a la
broma sin gracia, a la ironía fresca
y alborotadora, a lo sarcástico y al sobrepeso,
no me interesan las dietas ni los recetarios.
Soy obsceno interrogador
pescando en caladeros vertiginosos,
donde hay más fango que peces, y salto,
de vado en vado, para permanecer justo
en mitad de la corriente.
Lo que hoy me vale, mañana no.
Hay quien esparce cereales y centeno,
a su paso. Yo soy un cuestionario
andante.
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