Admiro tu impavidez...esa contundente fortaleza,
tu frialdad disimulada de inerte,
tu serena entrega a la resignación,
la aceptación de la realidad,
tu aparente calma,
el control ficticio de tu melancolía,
la negación de la tristeza…encubriendo la nostalgia,
tu exilio al inhóspito vacío,
y ese tu elocuente silencio…suspendido en un reloj oxidado por la espera.
Como no asombrarme de tu impenetrable corazón… (tan distinto al de antes),
de tu resistencia tenaz a lo sensible…
y de tú carácter de hierro…que no se ha dejado dominar de la pasión que un día compartimos.
Tu postura férrea…intransigente…
dueña de la razón… aunque no la tuviera,
renuente a escuchar cualquiera explicación,
firme en su decisión…a pesar de parecer incierta.
Dilema inexplicable entre tú y yo,
interminable conflicto de sentimientos…
que se resisten a entregar su último aliento…
y deambulan todo el día por la mente…
esperanzados en una nueva coincidencia.
Mi rutina amanece extrañándote casi siempre…
y se nutre de esa añoranza que te envuelve.
Tu recuerdo se me hizo cotidiano…
y es habitual sentirle aún latir en mi desconcierto.
Respiro incertidumbre todo el tiempo,
y supongo verte llegar de repente…con cualquier pretexto.
Pero nada es cierto,
solo es mi imaginación aferrada a tu ilusión…
que intenta a todo precio…
negar que nuestro amor… hace mucho había muerto.