De todas las mujeres que conocí en la vida,
Seguro estoy de que eres la que más me cautiva.
Por tu belleza externa, por tu interna belleza,
Porque muestras un alma de infinita nobleza.
Eres una guerrera, nadie puede negarlo,
Yo que vivió contigo, yo puedo asegurarlo.
Te he visto derrotada, por el suelo llorando,
Maldiciendo la vida y de Dios renegando.
Te deshaces en llanto, te consume la pena
Parecieras rendirte, que abandonas la arena.
Pero luego resurges como el ave, volando
Para seguir viviendo, para seguir luchando.
Cuantas veces te observo y me digo a mí mismo
¡Qué mujer tan luchona!, ¡admiro su heroísmo!
Admiro su entereza, su arrojo y valentía.
Su porte, su grandeza, su voz, su simpatía.
Reconozco que el Padre te ha probado con fuego,
Que a cada instante Él, está golpeando tu ego.
Tú, has sabido con creces resistir la embestida,
Siendo un ejemplo claro, de disfrutar la vida.
Nada te ha derrotado, eres una campeona.
Defiendes tus dominios como brava leona.
Tal vez pierdas batallas, en alguna ocasión,
¿Pero perder la guerra? Esa no es tu visión.
A veces me preguntas -¿Por qué tanto sufrir?
¿Por qué tantos problemas me persiguen a mí?
En cuanto salgo de uno, llega otro a mi vivir.
Ya no puedo con esto, mejor quiero morir.-
Quien no te conociera, mal pudiera pensar:
Que ya estas agotada, que vas a claudicar.
Pero luego resurges como el ave, volando
Para seguir viviendo, para seguir luchando.
Que ejemplo de grandeza, tú me muestras a diario.
La palabra derrota, no está en tu diccionario.
En más de una ocasión te he visto renegando
De la vida, de Dios, por lo que estás pasando.
Y pienso que la vida al fin te ha derrotado.
Y una vez más me muestras que estoy equivocado,
Porque siempre resurges como el ave, volando,
Para seguir viviendo, para seguir luchando.
Nada puedo pedirte, tan solo agradecerte,
Que tú estés a mi lado y poder complacerte.
Permitirme a tu lado marchar en esta vida,
Para ser tu soporte cuando te halles perdida.
Para brillar contigo compartiendo la luz
Y salir victoriosos como Cristo, en la cruz.
Unidos de la mano con la venia de Dios,
Iremos por el mundo siempre juntos los dos.
Eternamente unidos con Dios en esta vida
Hombro con hombro siempre… ¡ganemos la partida!