Desnudas las paredes desmenuzan
menudas gotas de tiempo.
La ventana y el tul mutuamente se absorben.
Entre el olvido y el viento
desdibuja perspectivas el espejo
la espiga de la luz apunta al suelo
las volutas difuminan los escombros
y permanecen oscuros todos los cuartos sin luz.
Estas horas son veleros destinados al naufragio.
Si pasaran silenciosas flotarían
pero pasan desdibujando rostros
escondiéndose en las sombras
evaluándose al viento
y se autoexilian
hasta la noche estrellada que es la espalda de Dios.
Desguarnecido presiento
que pierdo la punta del ovillo
que adivino el redoble de tambores
que soy uno de los tantos golpes
pero no el motivo principal del maestro tamborero.
Para colmo esta noche
deshilvana mi perro grititos de violín.
Y creo que le comprendo.