RICARDO V

Hagamos sonar las campanas

Hagamos sonar las campanas

mientras las campanas puedan sonar,

la vida nos da la ocasión,

siempre nos ofrece las ocasiones.

 

Hagamos llegar nuestra voz

a la oscuridad de las madrigueras

hasta silenciar los sonidos

que no acompasan los bailes pendientes.

 

Hagamos remos de alta mar

para alcanzar confines olvidados

mientras exista el entusiasmo

de cruzar horizontes y vencer.

 

Hagamos tambores de guerra

aún vencidos y en la tierra abatidos

para que el corazón redoble

y resuene tras la muerte anunciada.

 

Hagamos flores de papel

con perfume de ilusión caducada

y pintémoslas de color

para un ramo de flores de verdad.

 

Hagamos pasos definidos

para los caminos no caminados

y seamos los peregrinos

por los senderos de montes desiertos.

 

Hagamos risas de los llantos,

mañanas de rosales florecidos,

desdichas, lutos y quebrantos,

con contentos de tormentas de angustias.

 

Hagamos nubes con las llamas

de rescoldos de verdes resplandores

para abrir los cielos plomizos

volando estrellas, mundos y universos.

 

Hagamos lo que hemos dejado

de hacer en los recónditos olvidos

acompañando voluntades

con arrojos, firmeza y corpulencia.

 

Hagamos aire de las aguas

nebulosas de los pantanos grises

y volemos como libélulas

libres y besantes de libertad.

 

Hagamos puños apretados

sobre la carne de los sueños bellos,

caballo de crines al viento

con vigor de ímpetu sobresaltado.

 

Hagamos almohadas con manos

acolchadas de espuma sonrosada

para dormir las pesadillas

como romances de eterna distancia.

 

Hagamos lo que abandonamos

en las veras de todos los caminos

y cubramos con seda blanca

la sangre que lloran nuestras heridas.