El ave del amor dormita en tu corpiño...
Le das vida a mi vida con tu vida,
Alimentas, embriagas, nutres, revives
A cualquiera que contemple tu ser.
Las plumas que adornan a tu ser,
Quetzal de mil colores,
son tan finas; tan suaves,
que tan sólo al pensarlo,
El cuero burdo de mí ser se enchina.
No hay luto entre tus manos, salvo el mío,
Cuando no te percibo;
cuando no estás conmigo…
Cuando conmigo estás,
no existe el frío ahí;
Sólo existe el fuego de tu hoguera:
La llama que acaricia,
y después incinera...
Aunque sólo hayas brevemente entibiado
las pretensiones de mi lánguido ayer.
*