Antes del todo, tu nombre nacía en la nada;
creado frente al escritorio,
donde un libro se lee y un poema se escribe,
donde hay tachones que despiertan su arte,
donde el alba se presenta en agosto y septiembre,
donde la primera sílaba recuerda al recuerdo.
Nace el nombre salido de otros labios,
labios que lo pronuncian, pero no lo sienten.
Ahora, son las seis de la tarde
y como sílaba segunda, gime el cantar del ave,
ave que pierde belleza ante la ruidosa luna,
cuya luna es incapaz de distinguir al ave.
Nace, como flor violeta
que de tantas solo hay una,
como última sílaba, nace de la historia no contada,
crece y desprende el bullicio que así mismo se crea
como un cabello,
una mano,
una pista
o un poema que se canta.